martes, 21 de septiembre de 2010

Luz en Rojo


Luz en Rojo

Hoy como muchas mañanas, me he levantado con la esperanza que trae a mi vida cada nuevo amanecer, salgo a la calle con los ojos puestos en el firmamento, disfruto los colores de este nuevo día y comienzo a realizar mis cálculos mentales de cómo voy a repartir esta nueva jornada, para que el tiempo y el dinero puedan llegar al crepúsculo contando con una nueva victoria.

Todo esto va muy bien, me detengo en el primer semáforo con su luz roja, independientemente de la hora, que dicho sea de pasada eran las 6:25 a.m., miro al lado izquierdo y no hay mayores novedades, sólo observe, algunos transeúntes en la acera, disponiéndose a cruzar la calle aprovechando el rojo del semáforo, miro entonces al lado derecho, y veo un frutero colando ordenadamente su mercancía, mientras otros ciudadanos y ciudadanas esperan pacientes un vehículo del transporte público, que lo aproxime a su lugar de trabajo.

Un toque de bocina ensordecedor del vehículo de atrás de mí, me pone en alerta no sólo del cambio a verde sino, que al mirar yo por el espejo retrovisor pude darme cuenta por su cara y sus gesto, que este señor lanzaba una cantidad indeterminada de improperios contra este servidor, que lo único que hacía era contemplar la rutina de otro mortal hijo de Dios para iniciar su día, por cierto con su mano derecha me indicaba que avanzara y por supuesto que mirara al frente, movimiento que hasta ese momento no había realizado.

Emprendo la marcha, cambio la radio, que cuenta de pocos cambios en el tren gubernativo hasta ese momento, entro al túnel de la 27, salgo y me toca el rojo del nuevo semáforo instalado por la construcción del nuevo túnel; que sorpresa para mí, cuando en esta ocasión miro a la derecha y hay un tipo gordito de no más de 50 años, repartiendo pedacitos de cartón y dando las instrucciones de cómo manejarse para pedir limosnas a los choferes y pasajeros en el nuevo lugar.

Les puedo jurar, que no sé cuantas cosas pasaron por mi cabeza en ese instante, ni cuantas preguntas me hice, ni el deseo de cuantas cosas hacer, ni a cuantas personas llamar para contarles de esta barbaridad multiplicada por cualquier cantidad, tomando en cuenta aspectos fundamentales en cualquier sociedad en la que medianamente se respeten los derechos fundamentales de los niños.

Sólo algunas de mis preguntas:

¿Dónde están los padres y madres de estos infantes?

¿Por qué no están en la escuela?

¿Quién es este tipo, porque no puedo llamarlo de otra manera, que negocia con el futuro de estos niños?

¿Dónde están las autoridades nuestras y las ONGS, que se supone, trabajan para proteger, cuidar y asegurar condiciones de vida para los niños, niñas y adolescentes?

Parece que esos pequeños y pequeñas, los de abajo, los cualquiera, los ninguno, los ninguneados, no tienen quien realmente cuide de ellos y mande a las cárceles a quienes los usan para vivir de ellos, incluyendo a sus padres y/o tutores. Yo desde que era niño he escuchado que “ellos son el futuro del mundo”, pero al parecer al mundo, todavía no le ha llegado el futuro.

Y una vez más, el sonido de una bocina me indica que debo avanzar y mirar hacia delante, pero antes de arrancar miro una vez más y me pregunto ¿Qué hago con esto ahora? Y me respondo rápidamente, lo gritare en la radio y lo escribiré en esta página así muchos lo sabrán, y ahora te pregunto, ya que lo sabes ¿Y tú, que vas a hacer?

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